Particularmente frecuentada por la burguesía limeña de antaño, esta iglesia es una pequeña joya del arte barroco: las pinturas que adornan la nave, las esculturas de estilo musulmán, las decoraciones doradas, los grandes trabajos en madera y las cerámicas blandas de los callejones. Este monumento jesuita, que ha sobrevivido a los numerosos terremotos a lo largo de los años, es una de las pequeñas maravillas que Lima reserva a los visitantes que se toman el tiempo de visitarla.